Murió Pinochet, Murió el Dictador

Claramente es la noticia del año en nuestro país. Murió Augusto Pinochet. Y obviamente no podía quedar ajeno a poder escribir unas líneas respecto a este episodio, que quiero creer cerrará una étapa cargada de emoción y división de nuestro país, en mucho tiempo más, pero se cerrará. Pero la muerte por sí sóla no genera nada, se requiere actitudes, esfuerzos, voluntades, perdones, responsabilidades. Hasta el día de hoy la figura de Pinochet genera un profundo sentimiento, por un lado de apoyo, y por el otro de rechazo. El país se polariza, pues en él está la figura por la que transcurrieron 30 años de la vida política de la nación. En Chile habemos demócrata cristianos, socialistas, comunistas, liberales, radicales, UDI, RN, PPD, humanistas, independientes, apolíticos, izquierda, centro y derecha, en fin, pero por otro lado somos antipinochetistas, opositores a la "dictadura", nostálgicos del plebiscito del 88 o pinochetistas, partidarios del "gobierno militar" y fervientes defensores de la salvación del cáncer marxista. Es decir o lo uno o lo otro. Los momentos vividos a partir su muerte no hace sino confirmarnos los profundos sentimientos y emociones que despierta en todos nosotros su figura histórica y política. Yo no soy la excepción, y tu que estás leyendo probablemente tampoco. Por lo tanto me declaro un ferviente opositor a su figura y a su gobierno. Y partir de esa posición sin duda se me genera un cuadro emocional particular, como a cualquier chileno en estos momentos. Repaso la historia de mi país, la revivo, la veo. Me choca. Aviones bombardeando el palacio de gobierno, un general de lentes oscuros, desaparecidos, exiliados, etc. Con cierto análisis frío, creo que no me alegro de su muerte. Para nada me apena, pero no me alegra. Y no me alegra porque se va sin ser juzgado, se lleva parte de la historia. Pero por otro lado creo que cierra un ciclo, y se abre un camino. Un camino largo y pedregoso, y creo que el verdadero momento de mirar al futuro empieza ahora, pero siempre con memoria y con verdad, y justicia. La historia juzgará lo que en vida no se juzgó. La historia apreciará en su conjunto los últimos 40 años de Chile. Por otra parte, se criticará las celebraciones por la muerte de una persona, pero las comprendo y me parece que el país debiera comprenderlas. Lo que la familia Pinochet tuvo en los últimos años, fue algo que no tuvieron miles de chilenos, ver a sus padres morir de viejos y acompañados, o a sus hijos crecer y desarrollarse. Seguiré teniendo las mismas convicciones, ideas y juicios del pasado, pero sólo espero que este momento contribuya a que Chile deje atrás sus divisiones, aprenda de los errores del pasado, y pueda decir ¡PARA QUE NUNCA MÁS! Seguiré escribiendo al respecto, porque creo que reflexionar sobre este tema da para mucho análisis.